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Rachel, Papua New Guinea, spends time with people in South Asia. Photo by Rebecca Rempel.

'Invirtiendo mi tiempo'

Durante una caminata por las montañas, Rachel tiene presente en su mente una sola cosa: la gente necesita escuchar el nombre de Jesús.

Ciertamente, no fue fácil llegar a la aldea. Luego de haber viajado un día entero en un autobús lleno, Rachel* (Papúa Nueva Guinea) y su compañero de viaje pasaron todo un día más conduciendo un todoterreno por un camino lleno de baches antes de caminar el último tramo del recorrido junto con transportistas locales que los acompañaban. El viaje pudo haber sido largo, pero para Rachel valía la pena. Las personas valían la pena. 

Rachel formaba parte de un pequeño grupo que viajaba a aldeas remotas en parejas para compartir las buenas nuevas. Ellos pasaban el tiempo con las personas, hablaban y distribuían literatura y tarjetas SD con recursos en el idioma local, como una manera de plantar las semillas de la verdad.

Al llegar a la aldea, Rachel arregló su alojamiento rápidamente. Como las casas de hospedaje o los hoteles eran mayormente inexistentes en las aldeas a las que Rachel iba, estaba acostumbrada a quedarse donde sea que los huéspedes le ofrecieran; comúnmente en almacenes. 

Habiendo recién cosechado el maíz de sus campos, las personas de la aldea se encontraban ocupadas removiendo los granos de los tallos y secándolos en el sol. Rachel aprovechó la oportunidad para trabajar junto a las mujeres, ayudándolas en sus tareas mientras entablaba conversaciones con ellas en el idioma local. Ella aprendió mucho sobre su cultura y su día a día, mostrando interés en lo que hacían; y descubrió que, a su vez, las personas estaban interesadas en su vida. 

Luego de compartir un poco acerca de ella misma, Rachel llevó la conversación hacia su fe en Jesucristo. Cuando sintió que las mujeres estaban listas, Rachel les ofreció literatura escrita en su idioma que explicaba las buenas nuevas. A aquellos que no podían leer, Rachel los instó a buscar a alguien que pudiese, para que lo leyera en voz alta. Y así, la Palabra de Dios se está extendiendo por lugares remotos. 

Al dejar la aldea unos días después, Rachel y su amigo se encontraron con unos pastores los cuales estaban cuidando a sus vacas y búfalos que pastaban. Los dos hombres mostraron curiosidad por aquello que estaban transportando y el maletero les explicó que tenían un regalo para la gente. Rachel sacó dos libros que hablaban acerca de quién es Jesús y le dio uno a cada hombre. Rachel y su grupo siguieron caminando por el camino hasta que ella oyó algo y se dio vuelta para escuchar. Uno de los hombres había abierto su libro y se lo estaba leyendo en voz alta a los animales y a la selva que lo rodeaban. 

“La gente necesita escuchar el nombre de Jesús”, dijo Rachel. “Eso es lo que pienso cuando estoy en una caminata. Si es difícil, o tiene muchos altibajos, yo sé que no estoy perdiendo mi tiempo, sino que estoy invirtiéndolo para que la gente conozca a Dios".

‘¿Realmente te dijo Dios que vayas?’

A pesar de que Rachel creció en la iglesia, ella "no sabía quién era de Dios de verdad. Yo estaba siguiendo lo que mi mamá y otras personas hacían", dijo. 

Fue en un campamento de pascua para adolescentes donde Rachel se dio cuenta de que no tenía una relación personal con Cristo y, lo más importante, que quería una. En ese momento, Rachel se sintió insatisfecha con su vida, yendo a fiestas y buscando ganar la aprobación de sus amigos. El mensaje de que Jesús ya había pagado el precio por sus pecados realmente le llegó a su corazón y Rachel dedicó su vida al Señor.

Unos años después, Rachel asistió a una conferencia de misiones. "Lo único que sabía de las misiones era ir a compartir el evangelio y que hay muchas personas que tienen hambre y no tienen comida para comer", admitió Rachel. En la conferencia, ella aprendió que las misiones eran mucho mas que eso y se sintió desafiada. "Cómo que tengo que ir", dijo ella. "Al volver a casa, el sueño de ir al extranjero comenzó a arder en mi. Todos los días estaba pensando en ello".

Rachel fue a la Escuela Bíblica para prepararse y luego comenzó a enseñar inglés en una pequeña escuela. En 2016 conoció a Lansipe, un compañero papuano que servía al Señor en Mozambique. Lansipe animó a Rachel a perseguir lo que Dios había puesto en su corazón. Rachel sabía lo que era eso: compartir el amor de Cristo a aquellos que nunca han oído hablar de Él. 

No fue fácil llegar al sur de Asia. Rachel recordó que la gente le cuestionó y le preguntó: “¿Realmente te dijo Dios que fueras?” En estos momentos de duda, los amigos de Rachel la ayudaron a recordar que no debía darse por vencida. "Mi tío siempre decía: ‘Si Dios te llamó, ¿por qué querrías decir que no? Pasarás por estas situaciones y saldrás de ellas. Dios te proveerá una salida.’”

Luego de dos años vendiendo comida y artesanías en eventos de recaudación de fondos, trabajando en la plantación de coco de su familia y hablando en las iglesias, Rachel voló para el sur de Asia.

Cambiada

“Antes de venir aquí nunca había compartido el evangelio con la gente; nunca había repartido un tratado antes, pero empecé a ganar confianza. Ahora realmente lo disfruto", compartió Rachel. 

A menudo, Rachel sacaba su biblia en el idioma local para ir a hablar con las personas. Mientras ella aprendía la lengua, solía pedirle a las personas que le leyeran una parte de las escrituras y luego les preguntaba qué pensaban que significaba. Esto demostró ser un buen método para conectar con la gente, compartir acerca de Jesús y practicar sus habilidades lingüísticas. 

Ahora, de vuelta en su país natal, Rachel desea continuar usando aquello que aprendió en el sur de Asia en su vida diaria.

“Siento que el sur de Asia es un lugar que realmente me ayudó a crecer”, dijo Rachel. “Al construir relaciones con la gente siento que necesito mostrarles amor, porque Dios me ama”.

Debido a las restricciones de viaje para frenar la propagación del nuevo coronavirus, ya no se están realizando caminatas en estos momentos. Aunque no pueden salir y difundir las buenas noticias, los trabajadores siguen conectándose intencionalmente con la gente y construyendo relaciones por teléfono, así como alentando a los creyentes en su fe. El equipo también está aprovechando esta oportunidad para estudiar la biblia juntos, acercarse y prepararse para el futuro. 

* nombre modificado

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